Reseña de cine

The Sunset Limited

Por Claudia Carmona Sepúlveda

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“Las cosas en las que yo creía ya no existen. Es absurdo pretender lo contrario. La civilización occidental finalmente se hizo humo en las chimeneas de Dachau, y yo estaba demasiado encandilado para verlo. Lo veo ahora”.

Con ese parlamento, que alude al campo de concentración nazi ubicado al noroeste de Munich y que recuerda la sentencia de Theodor Adorno de que “no es posible escribir poesía después de Auschwitz”, el personaje identificado sólo como Blanco, resume su desesperanzada visión de la vida. Ésa que lo llevó a intentar lanzarse al paso del Sunset Limited, para ser rescatado por Negro, un ex convicto que asume la misión de salvarlo a través de la palabra de Dios. La película que toma el nombre de ese recorrido ferroviario es una adaptación de la pieza teatral hecha por su propio autor, Cormac MacCarthy, escritor estadounidense ganador del Premio Pullitzer 2006 y del National Book Award 1992. Concebida para las tablas y con sólo dos personajes, llevar la obra a la pantalla parecía un desafío imposible que, no obstante, Tommy Lee Jones decidió enfrentar poniéndose al mando del equipo realizador y asumiendo el rol del profesor universitario de raza blanca que ha perdido la fe en la ciencia y la filosofía. Como contraparte, para el rol del empleado ferroviario de raza negra que cumplió condena por asesinato y ha encontrado redención en la Biblia, escogió al actor Samuel L. Jackson.

Ambos logran sostener con maestría una trama desarrollada en tiempo real (91 minutos) y en un único escenario, en buena medida gracias a los desplazamientos de los personajes por la habitación y a la alternancia de planos que consigue la combinación de varias cámaras fijas y móviles que abren y cierran el cuadro, siguiendo la intensidad del diálogo. Este último puede resultar vertiginoso e incluso incomprensible para un público no habituado al cine de carácter, pero hace las delicias de cinéfilos amantes de la filosofía. Con guiños a diferentes postulados sobre la vida y sus fines, sobre la muerte, la fe y la nada, la discusión roza reflexiones que es posible encontrar en Kant, Kierkegaard, Sartre, Schopenhauer o Camus.

Negro intenta aferrar a Blanco a la vida exaltando la hermandad de los hombres; pero en niguna de ellas cree éste. Sostiene que sólo el temor y la muerte como destino, nos vinculan con la especie: “Muéstrame una religión que prepare al hombre para la nada, para la muerte. Ésa es una iglesia a la que yo podría entrar. La tuya sólo prepara para más vida, para sueños e ilusiones y mentiras. Destierra el miedo a la muerte de los corazones de los hombres y no vivirán un día”. Y agrega: “Todo camino termina en la muerte, toda amistad, todo amor (…). Ésa es la verdadera fraternidad, la verdadera comunión. Y todos somos miembros de ella de por vida”.