Editorial N°17 – Año 2 – Septiembre de 2016 – LAS VANGUARDIAS
Originado en el ámbito bélico para designar a las filas de avanzada de un cuerpo militar, el vocablo ‘vanguardia’ parece funcionar mejor en ese marco que en el de las corrientes artísticas donde su uso es tan frecuente. En este último, tiene la particularidad de servir como denominación sólo por un tiempo limitado, pues lo que entendemos por vanguardia deja de serlo al momento en que su propuesta se consolida y debe ceder sitio a las tendencias que vienen a desafiarla. Es decir, irónicamente, toda vanguardia está destinada a dejar de serlo o, citando a Theodor Adorno, “el concepto de vanguardia, que durante muchas décadas se reserva la corriente que en cada momento se declara la más avanzada, tiene algo de la comicidad de la juventud envejecida”.
Éste es el motivo por el que quienes abordan el estudio de los movimientos artísticos que se han atribuido el apelativo, deban preferir la expresión ‘vanguardias históricas’, aludiendo a un tiempo y escenario determinados.
De algunas de ellas nos ocupamos en esta edición de AguaTinta. En particular, de las que efectivamente vinieron a renovar la plástica, el cine, la literatura, la fotografía e, incluso, la relación de esas y otras disciplinas artísticas con su público, mediante postulados que hallaron articulación y asidero en reflexiones cuya validez es posible constatar aún, ya traspuesto el milenio, y a diferencia de ciertos conatos aislados por llamar la atención de la crítica, simples pataletas de algunos que creyeron -y de los que siguen creyendo- que basta con contrariar por contrariar.
Detrás de las propuestas que revisamos en este número, hay planteamientos estéticos profundos y cuestionamientos que honran el rol del arte, como elemento creador y renovador de las sociedades.