Reseña de cine

Mia madre

Por June Curiel

 

Nanni Moretti, con una madurez artística ya impregnada de mucha sabiduría, nos presenta una historia de inspiración autobiográfica. Margherita (la siempre bella y excelente Margherita Buy), su alter ego femenino, es una directora de cine acosada en medio de su último rodaje, un drama político. Esta mujer en apariencia dura y siempre firme en sus propósitos, se ve inmersa en una tragedia personal: Su madre, antigua profesora que todavía imparte clases de latín a su nieta, sufre una enfermedad irreversible.

La película, en la que el director se reserva un papel clave como el hermano pragmático de Margherita, es Moretti en estado puro y fue concebida después de la muerte de su madre, algo que podemos oler porque en el tema de la pérdida de un familiar, pone toda el alma. La familia tiene el poder de desatar las pasiones más íntimas y la muerte de un ser querido es un drama que todos acabamos afrontando. La intimidad de ese dolor que uno siente suyo y de nadie más, las ganas de escapar y la absoluta desnudez ante la muerte: todo eso es lo que Moretti nos invita a observar desde la butaca.

Aunque hay risas, gracias al patético y exaltado personaje interpretado por John Turturro.

“En esta película me río de mi propia neurosis como director. Es mucho más agotador tener que enojarse con uno mismo que con los demás”, confesó el maestro italiano. En ese sentido, hay en Mia madre un parlamento a cargo del personaje de Turturro que resume ese sentimiento: “Quiero salir de aquí, quiero volver a la realidad”.

Tengo que decir que se trata de un filme de actores. No creo que la historia se sustentara, por mucha varita mágica morettiana, sin la gran Margherita De Buy. En palabras de Moretti: “Siempre imaginé a una mujer, a una realizadora, a la que interpretaría Margherita Buy por una sencilla razón: una película con Margherita Buy de protagonista siempre será mejor que una película conmigo en el primer papel. Es mucho mejor intérprete que yo”. Y efectivamente, en este caso, lleva todo el peso del rodaje.

Mia madre es una película que emociona y que hace reír, que juega con la verdad y la ficción y -cómo no- con la magia, porque, sí, hay varita al fin y al cabo; una magia que nos trae momentos de desgarradora naturalidad, un ritmo bien marcado, un cuento sobre la fragilidad hilado en la sencillez.

Mia madre es un alegato feroz para considerar la vida, en la cual todo se esfuma cuando nos acercamos, o alguien querido, al momento final, una fábula tan emotiva como hilarante y con un bellísimo final.