Editoriales

Editorial N°4 – Año 1 – Julio de 2015 – POLÍTICA Y CULTURA

Vincular política y cultura -entendida esta última como la elaboración de conocimiento y su transmisión a las nuevas generaciones- nos parece una perogrullada monumental, pues no concebimos el ejercicio de una sin el de la otra. Sin embargo, hoy parece indispensable hacer patente el carácter de necesidad que hay en su relación, en gran medida debido a la consolidación de algunas formas de política que insisten en desentenderse de la cultura, o, lo que es peor, que la cosifican al punto de asumirla como un objeto de cambio más.

Porque seguimos creyendo que el desarrollo intelectual y artístico de los pueblos es una tarea de futuro alineada con la búsqueda de bienestar y porque entendemos que ella, si así lo prefieren otros, es una “inversión” de largo plazo, hemos reunido investigación, opiniones y ejemplos de cómo ambas actividades, tan propias de lo que nos define como especie, pueden dialogar y nutrirse mutuamente, hasta el punto de hacerse una. Buscamos llamar la atención sobre el descuido que algunas naciones, por falta de recursos o de visión, evidencian en este sentido y contrastar esta realidad con otras que apuestan por el crecimiento integral de sus comunidades.

Cuando los estados fallan en establecer políticas públicas tendientes a potenciar las manifestaciones de su propia cultura, aparecen hombres y mujeres desarrollando esta labor desde los llamados circuitos “alternativos”; pero las medidas paliativas en manos de unos pocos, si bien son dignas de aplauso, nacen donde hay carencias -y porque las hay-, situación que debe servir para encender las alarmas.

Quienes están llamados a tomar decisiones en este ámbito, a nivel de países, corren el riesgo de separar la Cultura -con mayúscula, de corte grecolatino- de las expresiones locales; de caer en proteccionismos rayanos en la xenofobia; de asumir una postura insoportablemente paternalista sobre sus cultores y destinatarios. ¿Cuál es el punto de equilibrio? ¿Cuáles las fórmulas?

El debate está servido.

revista@aguatinta.org