El juego. Una práctica que trasciende a la infancia
Decir infancia es, sin duda alguna, decir jugar. Y ‘jugar’, etimológicamente, proviene del latín iocari, que según la RAE tiene las siguientes acepciones: 1) Hacer algo con alegría y con el solo fin de entretenerse o divertirse. 2) Travesear, retozar. 3) Entretenerse, divertirse tomando parte en uno de los juegos sometidos a reglas, medie o no en él interés.
Así, tenemos que jugar se dice giocare en italiano, jogar en portugués y en francés jouer. También existe la expresión adjetiva ‘lúdico’ para referirnos a lo relacionado con el juego, vocablo que proviene del latín ludus, ‘juego’ y ‘perteneciente o relativo al juego’. La actividad lúdica es intrínseca al ser humano, todas las civilizaciones a lo largo de la historia han sabido divertirse y crear sus propios juegos haciendo gala de imaginación e inteligencia. También para completar sus horas de ocio y satisfacer su curiosidad natural, como para relacionarse con el otro, pues el juego propicia la socialización del ser humano. La importancia del juego no radica sólo en la infancia, pues jugar es un acto que se puede ejecutar toda la vida, sin importar la edad. Afortunadamente.