Reseña de cine

Alicia a través del espejo

Por June Curiel

 

Lewis Carroll concibió la segunda parte de Alicia en el país de las maravillas como un partida de ajedrez, donde la protagonista avanza como un peón con las aspiraciones de convertirse en reina. Carroll escribió A través del espejo seis años después del gran éxito sin precedentes de la primera parte. En esta ocasión, el mundo del espejo establece un juego entre la realidad, su representación y la manera de ver las cosas. Una nueva mirada crítica directa a las convenciones sociales que hacen de esta segunda parte una historia más suculenta si se juega con inteligencia. Quizás fue tan acertado que Carroll esperara seis años para macerar los personajes y ponerlos en el tablero de nuevo como que el director de la película en esta ocasión no fuera Tim Burton sino el realizador británico James Bobin. Me declaro adoradora del universo burtoniano, pero reconozco que con Alicia en el país de las maravillas hizo una adaptación más bien flojita. Sí, un festival caleidoscópico de personajillos y manierismos, pero sin sacar nada de jugo a la historia que ya todos conocemos por Disney. No es que Bobin vaya mucho más lejos, pero sí desarrolla un concepto interesante con el personaje de Alicia que, si bien la aleja algo de la historia original de Carroll, le da un giro interesante.

Muchos se verán transportados a Underland en una carrera contra Tiempo (Sasha Baron Cohen) para salvar al Sombrerero (un cada vez más descafeinado Jonnhy Depp). Pero quizás algunos verán también su poderoso mensaje feminista que empodera todo el guión. Alicia (Mia Wasikowska) recapitula al inicio del film: “Ella ha estado viajando alrededor del mundo durante dos años y ahora es el capitán de su propio barco”. Sus expectativas son realmente pobres cuando regresa a Inglaterra, donde no se le está permitido abrazar lo que verdaderamente es. Alicia es inteligente, valiente y fuerte. Bobin, que creció leyendo todos libros de Carroll, pone un esmerado acento en la fuerza de este personaje. Y es que Alicia fue una niña real, Alice Liddell. Carroll escribió su libro para ella y para todas las niñas de aquellos tiempos que crecieron en una sociedad que no las dejaba ser, que tomaba decisiones por ellas. En este film ésta es la idea que destaca sobre el resto porque aún hoy es muy reconocible. Y especialmente sobre Alice Liddell, que nació en 1852 al igual que Emmeline Pankhurst, la fundadora del movimiento sufragista en Londres. Así que Alice es parte de la misma generación de mujeres que en 1910 alcanzaron el derecho a votar, la que gritó que “las cosas tienen que cambiar y vamos a empezar a hacerlas de otra manera”. De modo que en lugar de toda la pirotecnia de efectos especiales o la pantomima del Sr. Depp, yo me quedo con ese leitmotiv tan fuerte que ilustra el personaje de Alicia.

Quizás Lewis Carroll se adelantó o quizás fue su subconsciente. El mundo tal y como lo conocíamos está cambiando. Por cierto, lo mejor a nivel actoral de la película, sigue siendo, como en la primera parte, Helena Bonham Carter, la reina freak por excelencia.