DeLetreando

Deus lhe pague

03-chicobuarquePor Claudia Carmona Sepúlveda

“Padre, aparta de mí este cáliz” es la invocación que El evangelio según San Marcos atribuye a Jesucristo cuando, en el Huerto de los Olivos, duda de la utilidad de su sacrificio. La expresión ya había sido parafraseada, en 1939, por el poeta peruano César Vallejo al titular su poemario España, aparta de mí este cáliz y resignificada por Nikos Kazantzakis, en 1951, en La última tentación de Cristo; sin embargo, en la voz del cantautor fluminense Francisco Buarque de Hollanda, la misma adquiere matices de camuflaje.

 

Sirviéndose de la homofonía que en portugués hay entre los vocablos cálice (cáliz) y cale-se (cállese), la introduce en la canción titulada precisamente Cálice, con el único fin de deslizar un grito de protesta contra la censura de que era objeto el pueblo brasileño bajo la dictadura militar iniciada en 1964, pero lo hace travistiéndola de pasaje bíblico. Esa composición de 1973, producto de una labor conjunta con Gilberto Gil, es una de las varias semblanzas que el músico, uno de los más destacados letristas de Brasil y deudor del bossa nova, ha hecho de las gentes de su pueblo. La canción, no obstante, no logró evadir a sus censores y fue prohibida, pues sólo su estribillo se amparaba en la polisemia de su título; el texto de sus estrofas, en cambio, era una abierta crítica al sistema.

Otra creación en la que tanto algunas sentencias religiosas como las particularidades de la lengua lusitana y sus alcances semánticos, se constituyen en cincel del artista y le ayudan, cómplices, a sortear el devenir político de su país, es Construção, parte de la placa homónima presentada en 1971. Respetando con sumo cuidado la métrica, Chico reescribe la historia del obrero que presenta en la primera estrofa, intercambiando las palabras que cierran cada uno de sus versos tridecasílabos, una forma de arte mayor poco frecuente en las lenguas romances, con lo que genera una segunda versión del relato, y aun una tercera; todas, no obstante, acuarelas de la desazón, de una vida que se estrella contra el pavimento, pero también contra el desdén de un mundo en el que no tiene cabida. Así, “seus olhos embotados de cimento e lágrima” muda a “seus olhos embotados de cimento e tráfego”; por su parte, “dançou e gargalhou como se ouvisse música” lo hace a “dançou e gargalhou como se fosse o próximo”. El remate en vocablos con acentuación esdrújula, ritmo quizá asociado a la ruidosa maquinaria de un Brasil que mecanizaba paulatinamente su industria, sumado al crescendo instrumental, sugiere una suerte de vértigo, eficaz transmisor de los matices de significado que contienen: lágrima, tráfico, náufrago, flácido, tímido, máquina, pájaro, alcohólico. Tras las tres estrofas, el músico, dramaturgo y novelista carioca acopla otra de sus composiciones, también de rigurosa métrica, Deus lhe pague, calzando con abierta ironía este agradecimiento desde la fe con el retrato del obrero y su alienante dinámica por subsistir. Es Chico Buarque haciendo del discurso religioso y de ciertos atributos lingüísticos, herramientas de su lírica.