Editoriales

Editorial N°12 – Año 2 – Abril de 2016 – ARTE CALLEJERO

Arte callejero y arte en la calle, técnicamente, no son lo mismo, pero apuntan a un objetivo común: acercar el arte al público allí donde éste desarrolla su vida cotidiana, sin que deba asistir a un sitio consagrado a ese fin. Se habla de arte callejero para referir a aquellas manifestaciones que, por naturaleza y cualidades, irrumpen entre los transeúntes para generar alguna impresión en torno a lo mostrado; decir simplemente ‘arte en la calle’ incluiría, por ejemplo, instalar una orquesta sinfónica en medio de una plaza, pese a que en esencia pareciera desarrollarse mejor en un sitio cerrado, acústicamente acondicionado para un resultado óptimo. Pero, dado que una experiencia como la del ejemplo ya no resulta una locura, pues las ha habido, hacer una distinción entre ambas más parecería expresión de purismo que reflejo de la realidad. Para AguaTinta, el purismo es apenas un referente; celebramos y promovemos la diversidad artística cuando se tiene por norte la paulatina superación que convierte a un cultor en artista, en el más amplio sentido del término.

Por ello, reunimos en este número expresiones que podrían arrugar la nariz de más de un seguidor de las categorizaciones ortodoxas que determinan que las artes son A, B, C y D. Dedicamos estas páginas a difundir la obra de millares de creadores que, rozando el apostolado, devuelven el arte -incluyendo disciplinas consideradas “menores”- al medio que lo vio nacer: la plaza pública; saludamos a aquellos que lo restituyen a las paredes de la caverna, al foro y a los caminos empedrados donde se pregonaba cuando ni siquiera se planteaba nadie si era ése o no su sitio.

En esta empresa vivimos más de una desazón, cuando constatamos cuánto -en el caso particular de América Latina- depende aún de verdaderas cruzadas personales; pero grandes satisfacciones también, al comprobar que sigue habiendo Quijotes que no temen a los molinos de viento de una institucionalidad sumida en la desidia y la estrechez de visión.

El arte entre cuatro paredes probablemente resista mejor el paso del tiempo, pero suele perder la más rica oportunidad de nutrirse de su principal objeto de inspiración: la vida.

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