Editoriales

Editorial N°22 – Año 3 – Marzo de 2017 – INMIGRACIÓN Y EXILIO

Nuestros lectores no lo saben (tal vez algunos, los más cercanos), pero AguaTinta es hija del exilio. Es pluma y voz de quienes, de una u otra forma, han vivido el desarraigo. Es más: el colectivo que le ha dado vida surgió de la feliz reunión de mentes inquietas que hiciera una década atrás un caro proyecto llamado Chile con mis Ojos.

¿Cómo no abordar, entonces, la complejísima realidad de vivir fuera de la tierra de infancia?

Dependiendo del punto de vista y con todos los bemoles imaginables, se puede vivir o sufrir la inmigración y el exilio. Unos por decisión –que no siempre es libre– y otros por imposición, hombres y mujeres dejan hoy su país, como hicieron nuestros antepasados desde el inicio de los tiempos, y se instalan a reaprender desde los códigos más cotidianos hasta las más complejas dinámicas administrativas y legales de la comunidad de acogida. Incluso quien migra por cumplir un sueño, quien se declara ciudadano del mundo y se ufana de su desapego a tradiciones que tilda de patrioterismo barato, en algún punto de su vida extrañará el nido o alguna de sus manifestaciones. Ni qué hablar de quienes fueron arrancados de sus hogares y subidos, con lo puesto, a un avión que les llevó a un exilio sin fecha conocida de término.

Y quedamos en deuda. Casi siempre lo hacemos; pero en este caso particular, es una deuda a sabiendas. Todo el fenómeno actual de la inmigración que impacta a Europa hasta la raíz de sus estructuras económicas, con sus muchas aristas políticas y religiosas; la era Trump recién inaugurada, cuyos alcances apenas se vislumbran; la creciente movilidad migratoria que experimentan países latinoamericanos, en especial hacia el Cono Sur del continente, son tópicos de tal complejidad y tan multifactoriales que trascienden con creces las poco más de cincuenta páginas de cada edición de AguaTinta; merecen una cobertura profunda en futuras publicaciones.

Por de pronto, el presente número reúne experiencias de adaptación y desamparo, de violencia y solidaridad, de supervivencia en algunos casos. Yendo más lejos, refleja cómo los temas y los lenguajes de la obra humana se ven mediados por la distancia. Porque hacer, crear, amanecer y ver morir el día no son lo mismo en casa que fuera de ella. Neruda lo dijo en forma más afortunada: “cruzas la tierra, / no es tu tierra, / te despierta la luz / y no es tu luz, / la noche llega, faltan tus estrellas”.


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