São Jorge
Por Cristina Duarte Simões
Jorge, el guerrero
São Jorge, presentada en el Festival de Venecia en 2016, se exhibe por estos días en las salas de cine en Francia y espera su distribución internacional. Es una pequeña obra maestra. Durante las casi dos horas de metraje, su realizador, Marco Martins, muestra el ocaso de un Portugal carcomido por la pobreza y la cesantía. Ya en los créditos se evidencia una posición comprometida que denuncia la severa austeridad económica impuesta al pueblo luso por las instituciones financieras internacionales.
El protagonista es Jorge (Nuno Lopes, galardonado con el premio a la mejor interpretación en la Mostra de Venecia de 2016, sección Horizontes), un boxeador de peso pesado que no consigue garantizar el sustento de su mujer e hijo. Comparten con los padres de Jorge y otros parientes un lúgubre departamento de la periferia lisboeta. Susana, su esposa de origen afrobrasileño, decide dejarlo, exasperada por el hacinamiento y por los duros comentarios de su suegro, que rayan en el racismo. Ante la amenaza del abandono, Jorge deviene en San Jorge combatiente(1), decidido a deshacerse de las trampas de la ira y la miseria. Intenta diversas vías para mejorar su situación económica e impedir que Susana parta de regreso a Brasil llevándose con ella al hijo de ambos, y termina aceptando el único empleo que consigue, en gran medida debido a su envergadura física: en una empresa prestamista nada escrupulosa, que utiliza el acoso y la violencia para cobrar las deudas en mora.
Los afiches que decoran los muros de su pequeña, oscura y sofocante habitación, hacen patente que se trata de un guerrero en el más amplio sentido del término; uno que lucha contra el monstruo de la crisis que atraviesa el país. Imposible no recordar a Glauber Rocha y su filme O Dragao de maldade contra o Santo Guerreiro, cuya escena final muestra a un San Jorge enfurecido, montado en su caballo, aplastando a los engendros del poder. Pero esta contienda resulta incierta. Nuestro Jorge guerrero, pese a su tipo físico y al ambiente en que se involucra, es un alma noble y profundamente sensible.
La puesta en escena de Martins es cautivante y se apoya en primeros planos del protagonista, que buscan dejar fuera de cuadro el resto de la acción. La banda sonora es agresiva, violenta, en perfecta sintonía con el entorno en que se desenvuelve este hombre, donde no hay más meta que sobrevivir. Le complementan ruidos ambientales irritantes, persistentes. El espectador respira aliviado cuando emerge, suave, la voz del caboverdiano Ildo Lobo entonando una serena melodía.
Reconocido heredero de los cineastas Manuel de Oliveira y Wim Wenders, Martins, sin embargo, no ilustra como este último una linda “ciudad blanca”, sino, muy por el contrario, pinta una Lisboa desprovista de lugares comunes como el río Tajo o sus célebres plazas. Sólo se dibuja, a lo lejos, la silueta del castillo de San Jorge que, desde la colina, observa la urbe lusa y la desesperanza de sus habitantes. Al igual que Central do Brasil, de Walter Salles, que da la espalda a la postal turística de Río de Janeiro, a sus famosas playas, a su Cristo Redentor, São Jorge hace caso omiso de los monumentos y se vuelca hacia la barriada, a la tragedia a escala humana. Es el Portugal de la crisis y de los estragos que ésta desencadenó.
São Jorge (Portugal, 2016)
Dirección: Marco Martins
Guion: Marco Martins, Ricardo Adolfo
Elenco: Nuno Lopes, Mariana Nunes, José Raposo, David Semedo
Cinematografía: Carlos Lopes
Música: Hugo Leitão, Nuno Malo, Rafael Toral
Idioma: Portugués
Duración: 112 min.
(1) San Jorge de Capadocia. Mártir y luego santo de la Iglesia Católica, venerado por los cruzados franceses que lucharon en la liberación de Lisboa del dominio almorávide y, desde el s.XIV, santo patrón de Portugal.