The Danish Girl
Historia basada en los diarios del pintor danés Einar Wegener, un artista transexual que inicia su transformación y lucha por el camino tortuoso que supone el convertirse en una mujer en los albores del siglo XX. Lili Ilse Elvenes, más conocida como Lili Elbe, fue además una de las primeras personas que se sometieron a una operación de cambio de sexo. El film comienza con una crisis creativa, no de Einar precisamente sino de su mujer que ve cómo sus cuadros no se venden tan bien como los paisajes de su marido. En un momento, capturado también en los diarios de Einar como decisivo para su despertar, pide a éste que pose como modelo femenina para acabar un encargo. El roce del vestido, las medias y la pose asumida hacen que asome por primera vez Lili, su alter ego femenino, latente hasta entonces aunque ocupando cada vez más lugar en la vida real. Como consecuencia devienen todos los obstáculos, personales y sociales, como el conflicto en el matrimonio que en las primeras escenas se muestra idílico.
Al igual que la premiada película de Tom Hooper, El discurso del rey (2010), La chica danesa presenta a un marido reprimido y a una mujer-contrafuerte, que lo apoya y lo libera en el camino hacia su transformación. En este caso no es apenas superar un balbuceo, sino transmutar enteramente en mujer. El film de Hooper es sutil y extraordinariamente bien elaborado; de hecho, cada plano parece un óleo, aunque continuamente apunta a varias direcciones. Hay un alto nivel de drama ya en la historia, pero a ratos parece haberse prestado más atención al vestuario y al diseño de producción. Y es que, aun tratándose de una película más que aceptable, el guión cojea y la historia es llevada con cierta prisa hasta el desenlace. Pese a ello estamos ante una realización sutil y necesaria, una historia que retrata a un artista de espíritu valiente, un personaje pionero que, dada la transfobia aún presente más de un siglo después, es necesario.
A destacar, además de la cuidadosa producción, las interpretaciones del ya oscarizado Eddie Redmayne y de la actriz sueca Alicia Vikaner. Lo excepcional de la actuación de Redmayne es la manera en que captura la dualidad de Lili, que navega entre el terror y su valiente tozudez sobre la decisión de arriesgar su vida con la que supuso una de las muchas operaciones para cambiar su sexo (en la película sólo se muestran dos, pero fueron cinco). En algún momento los dos actores-personajes se funden en un solo, como en Persona, de Bergman. El despertar de Lili también comporta el despertar del éxito de su mujer como pintora.
La chica danesa es una pieza desconcertante. En muchos sentidos es hasta ahora la película más atrevida de Tom Hooper, con mayor profundidad de caracterización. De igual modo, no existe ninguna perspectiva de final catártico y feliz. Las cualidades visuales y suntuosas de esta producción extravagante juegan a su favor a la hora de transportar al espectador a uno de esos dramas de época que los británicos saben hacer tan bien.
Como anécdota, deciros que personalmente estaba deseando verla por varios motivos, uno de ellos es que fue filmada cuando me mudé a Bruselas, hace justo un año. De modo que me lancé a la calle para ver algunas de las escenas que fueron rodadas en la Grand Place o en el famoso bar Falstaff. El París del film es en realidad Bruselas, como denotan los maravillosos interiores de Art Nouveau en los que transcurre la segunda parte de la película. Et voilà, a pesar de no ser una joya perfecta, La chica danesa es más que recomendable.