Reseña de cine

Timbuktú

04-timbuktuPor June Curiel

Una gacela huye despavorida. Disparos y los gritos de un soldado yihadista rompen el silencio: “¡No la mates, cánsala!”. Prosigue el tiroteo despiadado contra unas estatuas tribales de madera: hombre y mujer que acaban yaciendo mutilados.

Así irrumpe este retrato de belleza aterradora llamado Timbuktú, la última película de Abderrahmane Sissako que ya hizo historia en los premios Oscar: la primera vez que un film de Mauritania competía por la estatuilla. Basada en hechos reales, esta película revuelve una historia a la que normalmente no prestarían atención los medios de comunicación ni Internet, un filme que combate desde el puro cine contra la indiferencia sobre las víctimas africanas. Kidane, el protagonista, vive de una forma tranquila en las dunas junto a su esposa Satima, su hija Toya e Issam, un niño pastor. En tanto, en la ciudad, los yihadistas imponen un régimen de terror: se prohíbe escuchar música, fumar, jugar al fútbol. En este contexto las mujeres intentan resistir con dignidad las continuas restricciones. Día tras día, unos improvisados tribunales dictan sentencias absurdas y trágicas. Un hecho destacable es que sólo algunas escenas pudieron ser rodadas en la propia ciudad de Tombuctú. De hecho, la mayoría de las locaciones son mauritanas y necesitaron de la protección del ejército local. Y es que, a pesar de la intervención militar que acabó con la invasión islamista en el norte de Mali, la zona continúa sufriendo brotes de violencia debido a la insurgencia islamista y tuareg.

Con Timbuktú, Sissako huye de hacer grandes declaraciones o críticas; opta por mostrar los efectos dramáticos y absurdos de la ocupación, pero dando especial relevancia a la belleza de las composiciones visuales y musicales, y -lo que se agradece- a los gags humorísticos.

La película es lenta, pero su mirada poética y llena de metáforas, amable a pesar de su crueldad, hace que se devore con suma atención. Esta producción eleva el desconocido cine africano a un nivel extraordinario. Digna de destacar es la narración esquemática y simbólica, en la forma de pequeños versos del Corán que se suceden para marcar el in crescendo del terror yihadista. Y, en respuesta a ese mecanismo rudo y sin sentido del horror, se anteponen, con elegancia, la cultura y el conocimiento: un bello acto de resistencia ante la barbarie.